Por: Raquel Pacheco
Pastora de Jóvenes
Iglesia Evangélica Wesleyana de Santurce
Probablemente, has escuchado la analogía del Apóstol Pablo, en la que compara a la Iglesia con un cuerpo, siendo la cabeza Jesús, nosotros, sus manos, sus pies.
Hoy quiero que visualices el cuerpo como sistemas (inmune, cardiovascular, muscular, entre otros). Una iglesia fuerte necesita de los niños y de los jóvenes. Una adaptación de I Corintios 12 leería de la siguiente manera: “Porque el cuerpo no consiste de una generación sino de muchas… El Boomer no le puede decir al Milenial, ‘No te necesito,’ ni la Gen Z a la Gen X o a la Gen Alpha, ‘No te necesito’ … no haya división en el cuerpo, sino que las generaciones puedan cuidarse las unas a las otras. Si una generación sufre, sufrimos todas juntas; si una generación es honrada, todas nos regocijamos”.
Es lamentable que las nuevas generaciones acuden a la Iglesia, el lugar donde deben encontrar agua, representativa del Espíritu Santo, pero se topan con un pozo de desesperación (Sal 40), su sed no es saciada, se topan con lodo cenagoso (una mezcla de tierra y agua, la evidencia de que en algún momento hubo agua). No podemos seguir viviendo de glorias pasadas. Debemos fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza (Ef. 6:10)
La Generación Z (entre 15-25 años) experimenta confusión de género, pero más bien es la Iglesia la que ha perdido su identidad, identificándose más con Esaú (pasajero/terrenal) que con Israel (eterno/celestial), ha dejado de ser sal y luz.
Las nuevas generaciones se levantan en medio de grandes adelantos tecnológicos, demandan inclusión, están listos para implementar nuevas estrategias, convertirse en misioneros digitales (a través del ‘gaming’ y las redes sociales). Se proyecta que sean la Generación que vea el cumplimiento de Mateo 24:14 “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.
Necesitamos ver a las nuevas generaciones, no como reemplazos, sino como refuerzos. Para que una Iglesia sea fuerte, necesita de las generaciones emergentes, pero sobre todo, necesita del Espíritu Santo.