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noviembre 16, 2024
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Opinión: Los primeros cien días de los próximos cien años

José Vargas Vidot. (Foto/suministrada)

José A. Vargas Vidot
Senador

El Senado de Comunidad: Es mi norte ideológico hoy día y aún más, desde que entré a esa extraña oficina senatorial en el Anexo del Senado número 208, me comprometí con el país. No cabe la menor duda que por los próximos tres años y doscientos y pico de días, será la sede de la comunidad en el Senado y también, mi oficina. Desde allí se validarán sueños, nacerán utopías y se construirán realidades que, en ocasiones, culminarán aprobadas y otras engavetadas u olvidadas en algún archivo aniquilador de posibilidades.

José Vargas Vidot. (Foto/suministrada)

En ese contexto, los primeros 100 días han sido intensos, extensos y a la vez, creativos. Asimismo, me arrimé a la mesa de las posibilidades de un país que abraza la decencia política. Además, es la escuela para un aprendiz de legislador que busca el quehacer de una gestión que deja poco tiempo para el aprendizaje. A juzgar por los primeros 100, son días de 17 horas y semanas de ocho días, tiempo que me ha llevado construir el panorama o paradigma de un país en donde hablamos de crisis, pero actuamos sin ella.

De hecho, estos 100 días los he asumido dentro de una estrategia operacional para construir puentes, alianzas y juntes que viabilicen, impacten y comuniquen asuntos concretos, y de envergadura. Sin embargo, consultándolo con mi ‘imaginario interno’, como Senador Independiente, la pregunta es: ¿qué se ha logrado? A decir verdad, contestándome esa pregunta y que reta mi escepticismo, se ha logrado mucho.

Primero, se ha logrado configurar un equipo de trabajo diferente y único; de una exquisita mezcla de personas con visiones ideológicas diferentes; de variados contextos sociales y respetados enfoques de vida. Se ha logrado que ese equipo sea una combinación de extensa experiencia sin reciclamiento de egos fracasados y de fresca inexperiencia política, pero con una extensa hoja de servicio comunitario. Eso, es un logro… y yo diría, un gran logro. La oficina del único Senador Independiente está formada de seres independientes que exhiben tres características principales: capacidad de soñar, capacidad de indignarse y capacidad de actuar con fuerza, rapidez y en común acuerdo.

En realidad, desde ahí se hace patente que somos diferentes; desde ahí se disparan los sueños de un nuevo país; desde ahí se demuestra esa amalgama de voluntades que alcanza lo que hemos llamado: Senado abierto. Después de todo, durante estos 100 días hemos compartido desayunos con personas sin hogar; con empleados de mantenimiento; con madres desconsoladas y padres que han perdido la fe; con obreros que luchan por reivindicaciones y personas con desafíos de movilidad; con soñadores y pensadores de un país que goza de aspiraciones; con artistas, estudiantes valientes y activistas de todo tipo.

Los 100 días se han convertido en el tablero de ajedrez para nuestra oficina, porque cada paso que damos, lo hacemos con la mente y el corazón. De ello resulta necesario admitir, que la maravillosa Comisión para el Desarrollo de Iniciativas Comunitarias, es el catalítico para viabilizar, impactar y comunicar cada gestión que retumbe a favor del necesitado, y de la justicia social.

Esta Comisión es un bastión de intenso trabajo que tiene la misión de radicar importantes proyectos legislativos como lo son: el P. del S. 269 que establece la creación de una tablilla conmemorativa de la Universidad de Puerto Rico que capitalice el fondo dotal del Sistema. También, el P. del S. 301 en conjunto con el P. del S. 381, ambos relacionados con los arbitrios recaudado al ron en Puerto Rico. El primero (301), pretende un retorno de inversión a través del subsidio al producto reembolsado del arbitrio federal. El segundo (381), aspira a crear un fondo de inversión de capital (fiscalizado), medido periódicamente y que a su vez, transforme la dependencia gubernamental actual en una autogestión estimulada por el retorno de inversión. Como resultado de estas piezas legislativas, se desarrollaría a corto y mediano plazo un vehículo de impacto social y económico que fomentará el empresarismo comunitario.

De igual manera, el P. del S. 372, presentado recientemente, intenta prohibir el discrimen por condición social del exconvicto o de la exconvicta. Si bien es cierto, esta pieza legislativa ha sufrido resistencia y aún, se mantiene en pie de lucha por conservar su esencia como proyecto.

En esa tesitura, hemos orientado la agenda de la oficina senatorial al convertir las inquietudes comunitarias en proyectos de origen ciudadano. En efecto, los mismos, han sido revisados e investigados por nuestro equipo de trabajo y convertidos en piezas legislativas amarradas a la solidaridad amorosa. Esta singularidad llevará a restaurar la credibilidad de nuestra rama parlamentaria, tan agobiada por políticas obscuras que nacen del legislador empeñado o de la legisladora empeñada en ser fiel a sus prejuicios, mitos, estigmas o caprichos subjetivos basados en miedo, “inversionismo” político o fidelidad ciega a un partido.

Por otro lado, durante estos 100 días he leído respetuosamente y con ánimo colaborativo toda la producción que emana de los demás legisladores. En ese sentido, he contribuido a muchas de ellas, con el propósito de apoyarlas en un tipo de coautoría. Este ejercicio me ha permitido ser coautor o partícipe de algunas medidas como: el P. del S. 123 que prohíbe el uso de cenizas para la construcción –tema que ha estado ante la opinión pública frecuentemente. También, el P. del S. 341 radicado junto a los senadores Eduardo Bhatia y Miguel Pereira con relación de prevenir las muertes por sobredosis de opioides. El Proyecto fue aprobado unánimemente en el Senado y posteriormente, pasará ante la consideración de la Cámara de Representantes. Como resultado de esta medida, se establecerían ciertas protecciones para las personas que sufran una sobredosis o para la misma víctima que consuma de manera excesiva algún opioide. En resumidas cuentas, la persona afectada pueda utilizar el medicamente Naloxona como un antídoto que mitigue los efectos de una sobredosis.  

En otro aspecto, he sido corregido y complementado por las experiencias de otros legisladores y otras legisladoras que han aportado con importantes puntos de vista sobre mis proyectos. Si bien, siento el respeto de un cuerpo legislativo que me ha recibido con deferencia y elegancia, y en contadas excepciones, he sido objeto de un genuino sentimiento de compañerismo que marca la dinámica y conducta tanto en el hemiciclo del Senado como en el resto de la comunidad de El Capitolio. Ciertamente, en este corto tiempo, aprendí a no ser “tan expresivo” en mis alocuciones, por aquello de no ser citado fuera del contexto de libre pensamiento. Así mismo, continúo aprendiendo rápidamente a que no hay tal cosa como las ideologías puras. Pues, los ataques más fuertes nacieron del fundamentalismo de izquierda, al interpretar la labor legislativa de un independiente ––que requiere con urgencia establecer alianzas y andamiajes operacionales que produzcan fruto concreto–– en traiciones para aquellos o aquellas que esperan de mí un títere de derecha, izquierda o centro y de personas que albergan un eterno coraje contra todo.

En resumidas cuentas, todos y todas han sido sensibles a mis ideas y planteamientos. Lo cual prueba que, a pesar de las diferencias establecidas con los compañeros y las compañeras de otras delegaciones, donde es enérgica la palabra y en ocasiones, han rechazado algunos puntos de vista porque no coinciden con el tuyo, continúa siendo un esfuerzo para construir puentes, alianzas y juntes que sean de bien al país en el presente y futuro.

Esta dinámica de respeto y elegante prudencia ha tonificado mi epidermis para aguantar los más afilados dardos de crítica salvaje de quienes asumieron que José Vargas Vidot debía concentrarse en ser una perpetua estaca de negatividad, ser el verdugo de todo el que no piensa igual y jactarme del daño infligido con balas de odio.

Pero, ese no soy yo… José Vargas Vidot es comunitario, activista, libre y arriesgado; lleno de energía positiva y de amaneceres para mi patria. Creo firmemente en la independencia de mi país y cultivo, con intensidad, la soberanía de mi espíritu. No soy la representación de los independentistas, ni de los estadistas o de los demás “istas”. A todos los respeto, les escucho y trabajo con amorosa solidaridad las ideas que nacen de la justicia y equidad.

Entonces, 100 días de haber llegado, ¿quién soy yo? Soy un colectivista de esperanzas; un mimado de la camaradería o un simple llanero solitario. Quizás, un mago de lo imposible; un descubridor de lo invisible; un desertor de quienes siembran miedo; un combatiente en favor de quienes han sido excluidos y excluidas. Así pues, con cándida curiosidad y reflexión crítica, me pregunto una y otra vez: ¿quién car@$% habrá determinado que 100 días es la métrica divina para una gestión que es intensamente cotidiana? No sé…, quizás García Márquez en el realismo mágico de sus “Cien años de soledad” o basado en una frase de El Principito de Antoine Saint Exupery: “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo, eres un verdadero sabio”.

De todas formas a 100 bellísimos días de haber llegado al Senado de Comunidad puedo pronunciar “soy todo y en la humildad soy nada”. Pero, en memoria de mi hermosa madre, Carmen Vidot, soy y seré por los próximos 100 años, un empecinado pescador de sueños.

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